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Una novela pionera, un Premio Nacional chileno y un cura vasco gay

Augusto D’Halmar fue el primero en recibir el Premio Nacional de Literatura chileno. Fue en 1942. Dieciocho años antes publicaba su obra cumbre, Pasión y muerte del cura Deusto, escrita durante su estancia en Madrid y que tiene como protagonista principal a un cura vasco. A 80 años de su muerte, Txalaparta quiere rendir homenaje a un prolífico escritor que tuvo el arrojo de enfrentarse a la moral imperante y narrar, de manera natural pero sutil, lo que hasta entonces había sido un tabú: el amor entre dos hombres.

Augusto D’Halmar condensa en esta novela lo mejor de la literatura de principios del siglo XX, legándonos además un texto emblemático para la disidencia sexual de todos los tiempos, al narrar abiertamente, por vez primera en lengua castellana, una relación homosexual. La vida de Iñigo Deusto, un clérigo vasco en la treintena, empezará a cambiar cuando se vea obligado a huir de su Algorta natal para recalar en Sevilla. Allí conocerá al joven que hace las veces de monaguillo en su parroquia, Pedro Miguel, un apuesto adolescente gitano hispalense. El cura Deusto deberá enfrentarse, así, a un destino inexorable: entre ambos surgirá enseguida una relación de íntima amistad, que transitará desde la sublimación cristiana y el erotismo contenido hasta un dolor fatal y trágico. Tentado por el amor prohibido, ese que “no osa decir su nombre”, Deusto acabará cayendo en las garras del pecado, para, finalmente, acabar expiando su culpa. Porque "¿en qué puede importarnos lo que murmuren, mientras nosotros tengamos la conciencia tranquila?".

Aunque Augusto D’Halmar era chileno –o por eso- fue capaz [...] de forzar el antagonismo entre ese gitano y ese vasco que nos gritan sus raíces, y lo que significan. De reflejar la sensualidad, el vigor, de describir la música, la liturgia, los olores y los sabores; el embrujo de las fiestas, y los tráficos oscuros de una ciudad como no hay otra, edificada sobre una sombra alargada y poderosa que le tuvo que fascinar.

Augusto F. Prieto, El correo de Andalucía

El autor

Augusto Jorge Goeminne Thomson (Valparaíso, 1882 – Santiago de Chile, 1950), más conocido como Augusto D'Halmar -apellido que adoptó de su bisabuelo-, hijo de una mujer de origen escocés y de un aventurero francés que la abandonaría posteriormente. Su madre murió cuando tenía 10 y fue criado por sus hermanastras en el seno de una familia de clase alta en una sociedad conservadora como la chilena de principios del siglo XX. Un hecho que condicionaría su vida y su literatura. Sus primeras publicaciones las hizo en los periódicos La tarde y La ley. En 1900 llegó a la revista Luz y sombra. Dos años más tarde lanzó su primer libro, Juana lucero, que recrea la vida de la ciudad de Santiago a principios del siglo XX. Junto a otros escritores creó la Colonia Tolstoyana, un lugar de retiro para artistas del país. Era una parcela en donde se dedicaban a trabajar la tierra y a conectarse con la naturaleza, una de las creencias más grandes de d’Halmar. Alto, elegante, atractivo y gran orador, en 1907 entró en la carrera diplomática como cónsul en Calcuta, para emigrar después al Viejo Continente, instalándose durante 15 años en la Península Ibérica. Entre 1918 y 1924 publicó Nirvana, Mi otro yo y La sombra del humo en el espejo. En 1924 apareció Pasión y muerte del Cura Deusto. Dieciocho años después se convirtió en el primer ganador del Premio Nacional de Literatura chileno. En 1934 regresó a su patria, donde moriría con 68 años, aquejado de un cáncer de garganta. En su epitafio dice: “Nada he visto sino el mundo y no me ha pasado nada sino la vida”.

Una novela que tenía que leerse en Euskal Herria | Jon Jimenez, editor

Cuando cayó en nuestras manos Pasión y muerte del cura Deusto, la obra que ahora os presentamos, no lo dudamos ni un instante: sentimos el deber editorial y literario de reeditarla. Esta novela tenía que leerse en nuestro país. Este sería el resumen, en una frase, que luego paso a desarrollar: 1924, un autor chileno, primer premio Nacional de Literatura en Chile, narra la historia de amor imposible y fatal entre un clérigo vasco, ¡vasco!, Iñigo Deusto, y un gitanillo hispalense. Un protagonista que es cura vasco –nacionalista además– y homosexual.

Pionero de la literatura “homosexual” en lengua castellana

Esta es una de las primeras novelas -si no la primera- que en lengua castellana se atrevió a tratar de forma abierta un tema tabú hasta entonces: la homosexualidad. Era 1924, el mismo año que en el Estado español empezaba la dictadura de Primo de Rivera. Alejado de los tópicos y de una caracterización negativa, Augusto D’Halmar contribuyó con esta historia a incorporar la homosexualidad a las letras castellanas. Hay que recordar que hasta entonces y en ese mismo siglo, autores homosexuales que escribían en castellano, como Jacinto Benavente –que conseguiría el premio Nobel de Literatura–, optaban, en el mejor de los casos, por obviar el tema en sus obras y, en el peor de ellos, por representarlo de forma negativa y mediante tópicos.

Un cura gay enamorado de un adolescente

D’Halmar fue audaz incluyendo abiertamente un romance entre dos hombres en su novela, pero lo fue más aún presentando a uno de ellos como cura. Como un cura enamorado, además, de ¡un adolescente! La trama hará que ambos personajes evolucionen y surja el conflicto, el verdadero leit motiv de la novela: un amor imposible, platónico al principio, oscuro, perturbador y ambiguo al final. Un proceso que se irá acentuando con esta transformación emocional del cura y con los cambios naturales, físicos, que sufre el adolescente con el paso del tiempo.

Muchos críticos han apuntado que Iñigo Deusto presenta detalles y caracteres autobiográficos de su autor. Tras las tribulaciones morales del cura vasco se encontrarían los miedos, contradicciones y la propia trayectoria vital trágica de D’Halmar.

Por otro lado, es de destacar el carácter casi profético de la novela: hoy, 90 años después de su publicación, a la Iglesia católica le afloran aquí y allí los escándalos de abusos a menores por parte de sus clérigos.

La mirada extraña: un cura vasco y nacionalista (y gay)

Los pueblos pequeños como el vasco hemos tenido que echar mano de miradas ajenas para contarnos a nosotras y nosotros mismos nuestro pasado, nuestra cultura, nuestras tradiciones y nuestra idiosincrasia. La literatura de viajeros que han recorrido nuestro país siempre nos ha fascinado, encontrando en ella una especie de goce del que nos han excluido los imperios que nos han tocado como vecinos. Nos han visto y descrito de muchas formas, pero sin duda la de Augusto D’Halmar es una de las más originales. Iñigo Deusto mantiene ciertos tópicos con los que nos han caracterizado siempre. Así nos lo relata D’Halmar: “Deusto enseñaba a Pedro Miguel cómo era esa tal vez la más vieja de Europa, más que todas sus civilizaciones, existiendo ya como pueblo cuando los demás eran todavía bárbaros y trashumantes. Raíz de los más seculares podía ser su idioma”. Y, al mismo tiempo, rompe los esquemas. Pues ¿en qué esquema mental de la época cabía que un cura vasco pudiese tener unas tendencias sexuales de “tan dudosa moralidad”?

Un homenaje al propio Augusto D’Halmar

Un autor que se había fijado en Euskal Herria, que había sido tan osado al mismo tiempo, merecía ya solo por eso nuestra atención. Sin embargo, Augusto D’Halmar no empieza ni acaba con Pasión y muerte del cura Deusto. Nos ha legado más de 25 obras de indudable valor, tanto literario como, a veces, antropológico. Fue el primer autor chileno en recibir el Premio Nacional del país, en 1942.

Sus cuidadas descripciones nos invitan a compararlo inevitablemente con sus coetáneos de la Generación del 98. Como nos recuerda Elisa Montesinos: “el relato no carece de elementos propios del modernismo, como la presencia de lo exótico, un riguroso preciosismo lingüístico y un cierto tono melancólico”. Por cercanía y simpatía, el estilo del escritor chileno nos recuerda al de nuestro querido Félix Urabayen. Aunque, sin lugar a dudas, Augusto D’Halmar consiga, más acertadamente que el autor navarro, unos personajes que tienen más profundidad, más reales.

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