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100 años después | Esperanzado Erin (Connolly reloaded) · David Fernàndez

James Connolly es uno de los más influyentes pensadores socialistas de comienzos del siglo pasado. Su militancia política y sus textos funden, por primera vez, los ideales del marxismo y del republicanismo irlandés. Son, la causa obrera y la causa nacional, dos caras de una misma bandera que Connolly enarbolará para oponerse al colonialismo británico y a la explotación burguesa. Por todo ello, su legado fue referencia ineludible para las luchas anticolonialistas que estaban por llegar.  Esta antología viene a cubrir un significativo vacío en la historiografía de izquierdas actual y a saldar una deuda histórica con un socialista universal. David Fernàndez nos habla de ello en este articulo, publicado en nuestra revista con motivo del centenario de la muerte de Connolly.

Sostiene James Connolly que el poder de la billetera rige aún nuestro tiempo, que algunas cosas nunca cambian –«porque la sociedad está basada en el robo»– y que cualquier dominación clasista, cuna de todas las desigualdades, requiere oponer siempre una férrea vigilancia permanente. Sostiene Connolly que quien va con el diablo jamás llega al cielo –que la unidad es buena, sí, y según para qué; pero que la honestidad siempre es imprescindiblemente mejor– y que hay que alzarse contra «la tiranía de los terratenientes, el fraude capitalista y la usura inmunda». Sostiene también Connolly que la reivindicación más moderada que tenemos, hoy todavía, es que solo –y apenas– queremos la Tierra y que, entre tantas otras cosas, el quid crucial de la cuestión es que, emancipándose a sí misma, la clase obrera libera al mismo tiempo a su país. Y que esa glocalización –sonata internacionalista del pensar globalmente y actuar localmente– es la mejor y mayor contribución solidaria a la causa general de la humanidad. Libres los pueblos e iguales las personas.

Con este telón de fondo y como innegable compilación histórica, la presente antología nos sumerge retrospectivamente en la causa obrera de la libertad de Irlanda y nos desgrana el propio proceso histórico bajo el yugo del Imperio británico, su planificada depauperación irlandesa de exilios, hambrunas y migraciones, las violencias originarias contra sus raíces comunitarias y el papel cómplice de su inmisericorde burguesía nacional. Y, claro está, por el contrario, detalla profusamente todas las resistencias acumuladas desde la noche de los tiempos: el Connolly del IRSP, de la autodefensa trabajadora del Ejército Ciudadano Irlandés, de la internacionalista oposición antibelicista a la Primera Guerra Mundial de la que se cumplen hoy cien años o de la histórica insurrección de Pascua de 1916. Un levantamiento irlandés, cabe recordar, que impactó directamente en el primer separatismo catalán de los años veinte –Daniel Cardona, alias El Irlandés, o la misma (re)creación de Nosaltres Sols, traducción mimética de Sinn Féin– y que inspiró las tentativas insurreccionales coetáneas –complot del Garraf, los hechos de Prats de Molló e incluso octubre de 1934– de la época.

Previa ineludible, hay que agradecer a los impulsores de la presente edición, Àngel Ferrero y Daniel Escribano a la batuta de la memoria, la especial oportunidad –cabría decir: necesidad– de recuperar, editar y publicar los principales textos de Connolly, en un momento donde nuestros respectivos pueblos encauzan, de nuevo, la vieja encrucijada histórica que dirimirá (o no) su propia libertad política. Y, con ella, las posibilidades abiertas (o cerradas) de construir modelos socioeconómicos alternativos basados en la cooperación, la solidaridad y prácticas poscapitalistas. El arduo camino hacia la plena libertad.

Un escenario donde Connolly, claro está, es y será fuente directa de fértil inspiración, paradójicas coincidencias y útiles espejos, de las que solo cabe seguir aprendiendo. Hoy, ahora y aquí, el agotamiento del régimen nacido de la cleptómana transición grisborbónica, el nuevo escenario político surgido en Euskal Herria y el proceso soberanista catalán vienen igualmente marcados por la peor crisis institucional, social, económica y financiera desde el final de la dictadura, con los índices de desigualdad, precariedad y exclusión social pulverizados al alza. Con anatemas que se retroalimentan y las densas cortinas de humo más habituales: hay quien habla de independencia para no hablar de crisis y quien habla de la crisis para no hablar de independencia. En cambio, los embriones, semillas y nodos de la unidad popular vindican todo lo contrario: que la democracia o es plena –política, social, económica, ambiental y cultural– o no será. Sobre todo cuando los programas económicos antisociales de las derechas (la catalana, la vasca y la española) son tan idénticamente similares como los que les dicta la troika, en nuestro castigado sur de Europa.

Para nosotros, James Connolly –y por extensión, el republicanismo socialista irlandés– son, ante todo, referencia y referentes para el futuro de nuestro pueblo. Fallido el «milagro financiero irlandés», en barrena la orgía especulativa posfranquista, Connolly revisitado y releído –lápiz rojo en mano– remite abiertamente a descodificar qué significa hoy independencia, en pleno siglo XXI en medio de la deriva autoritaria y neoliberal de la UE y con un capitalismo senil en auge donde los estados nacionales, más allá de lo que fueron, son estructuras político-administrativas colonizadas por los mercados. De cualquier crisis, eso seguro, o se sale más libres o más esclavos. Pero, para contribuir a que, entre todos, salgamos «más libres», aquí llega, en medio de la compleja Matrix de nuestros días, las republicanas píldoras rojas de este Connolly reloaded. Para seguir esperanzado a Erin. Y a Euskal Herria, a los Països Catalans y a la causa global, desde el más irrenunciable internacionalismo, de la libertad política y la justicia social para cualquier pueblo del mundo.

Libres, internacionalistas e independentistas.

Endavant. Gurea da garaipena. Tiocfaidh ár lá.

Venceremos.

David Fernàndez

James Connolly

(Edimburgo, 1868 – Dublín, 1916). Líder obrero irlandés. Nacido en Edimburgo en el seno de una familia de emigrantes irlandeses, se convirtió en secretario general de la Federación Socialista Escocesa con 27 años y a los 28 fundó el Partido Republicano Socialista Irlandés. Trabajó codo con codo con James Larkin en el Sindicato de Trabajadores Transportistas y en 1913 fundó el Ejército Ciudadano Irlandés, un grupo armado para defender a los trabajadores durante las huelgas. Fue uno de los pocos líderes obreros que se opuso a la Primera Guerra Mundial, durante la cual preparó una acción decisiva contra las fuerzas británicas en Irlanda. Finalmente, unió sus esfuerzos a los de los miembros de la Hermandad Republicana Irlandesa, que culminaron en el Alzamiento de Pascua de 1916. En el mismo, Connolly fue comandante de la brigada de Dublín y resultó gravemente herido en los combates. Fue ejecutado atado a una silla el 12 de mayo de 1916 en la prisión de Kilmainham.

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