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Euskal Herria, vista por los viajeros

Han sido cientos los viajeros y viajeras que han pasado por Euskal Herria y que han dejado escrito su paso por nuestras tierras. Uno de ellos fue Kurt Tucholsky, que llegó al País Vasco en 1925 y dio cuenta de ello en Un libro pirenaico, recientemente publicado por esta editorial. Aprovechando el lanzamiento, hemos seleccionado varios textos de este y otros autores para comprobar cómo han visto nuestro país a lo largo de los tiempos. 

Las primeras referencias de viajeros son, lógicamente, a los vascones. Tito Livio, Salustio, Estrabón, Plinio, Silvio Italico y Ptolomeo nos citan como tales, pero escriben lo que les contaron otros viajeros. Los godos continuaron denominándonos vascones, aunque en el siglo VIII a una pequeña parte de estos comienzan a denominar navarros. Para los árabes éramos “al-basclis” y “al-baskunihs”, esto es vascos o vascones. En el siglo XII el viajero Aymeric Picaud llama vascos a los de Ultrapuertos y navarros los del sur de Roncesvalles, incluyendo a los alaveses y vizcaínos. Al final de la Edad Media los viajeros, generalmente peregrinos de Santiago (Jorge de Ehingen, Arnold von Harff), se encuentran todavía con un reino independiente. 

La situación había cambiado ya en 1521, cuando nos visitó Gaspar de Contarini, embajador de Venecia, y vio en Navarra dos parcialidades, la de los agramonteses, y los beaumonteses “sin embargo, universalmente, todos los de este Reino tienen odio a los españoles y desean su rey natural que es el señor de Albret”. Siguen en la Edad Moderna pasando viajeros a Santiago, o como cronistas de los reyes, algunos de los cuales, como Pedro Coste, nos retrata como el país más orgulloso e ingobernable de Europa. Llegados ya al siglo XIX los viajeros románticos nos comienzan a mirar con curiosidad científica, reparando más en la lengua, costumbres, arqueología... 

En las guerras carlistas los viajeros británicos, prusianos y franceses dejaron abundantes testimonios, generalmente referidos a las cuatro provincias protagonistas del conflicto. Las denominaciones de Euskal Herria son variadas: Henningsen, uno de los más famosos, escribió The most strikings evenst of a twelvemonth´s campaing with Zumalacarreguy, in Navarre and the Basque Provinces (London, 1836). Un año antes en Nápoles se había editado otro con diferente denominación del País: Della Biscaglie e della Navarra, en el que Antonio y Pietro E. Ulloa nos definía como “serios, orgullosos y valientes”. Y las mismas fechas Erns Bois Le-Comte publicó Essai historique sur les Provinces basques (Bordeaux, 1836), en el que los navarros aparecen como guerrilleros en estado natural. Pese a las diferentes denominaciones, e incluso a las diferencias que observan entre los países vascos, todos los viajeros constatan que es un mismo pueblo con características -lengua, costumbres, fueros, religiosidad, actitudes e ideales- comunes.

En la segunda mitad del siglo XIX los viajeros siguen refiriéndose a las cuatro provincias cuando relatan sus viajes al sur de los Pirineos. Por citar sólo algunos, Francisque Michel escribió El romancero du Pays Basque (París, 1859); el Príncipe Bonaparte se sumergió con pasión en la lengua de los vascos y nos legó su famosa Carte des sept provinces basques; Henry Russell escribió Biarritz and the Basque countries (London, 1873) y Louis Lande Basques et Navarrais (París, 1878). La historiadora Coro Rubio, (La identidad vasca…) refiriéndose a los viajeros del XIX, pone sus textos en relación con el fenómeno de la construcción de la identidad vasca decimonónica. “Esta ‘mirada exterior’ no es mera observadora, es a la vez agente activo en el proceso de construcción identitaria, contribuyendo a definir y difundir imágenes y mitos en torno a la vasquidad”. Y es que los viajeros contaban cuanto veían, y de ahí que apenas se conocen libros de viajeros que confundan o describan conjuntamente a “vizcaínos y santanderinos”, “navarros y sorianos” o “alaveses y burgaleses”. Con todas las definiciones que se quieran, con sus diferencias institucionales, con sus fronteras y lenguas, los viajeros siempre vieron aquí un pueblo, y así lo constataron en sus libros.

Texto extraido del libro Vascosnavarros, de Jose Mari Esparza.

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Testimonios de viajeros y viajeras

Estrabón (siglo I a. C.). Geógrafo griego

Primer cronista que cita a los vascones: “Está el pueblo de los vascones donde se encuentra la ciudad de Pompelon, que es como si dijéramos Pompeyópolis”.

Pierre de Lancre (1553 - 1631). Inquisidor francés

“Hablan una lengua muy particular, y aunque nosotros, los franceses, nombramos a este país como el país de los vascos, lo cierto es que la lengua vasca se extiende mucho más allá, pues todo el país de Laburdi, la baja y alta Navarra y una parte de España la habla; y por difícil que sea este idioma, además de los vascos la conocen la mayoría de los bayoneses, los alto y bajo navarros y los vecinos españoles, al menos los de los alrededores” (Tratado de brujería vasca).

Viajeros británicos

Rafael López Velasco da noticia de más de 100 libros de viajeros británicos que describen Euskal Herria: “La mayoría incluyen a Navarra en la descripción del País Vasco, sin duda porque se les hacía similar el paisaje, las costumbres y sobre todo la lengua vasca, que absolutamente todos mencionan. Es de destacar que los que recorren el País del Euskera, a las dos vertientes de los Pirineos las describen como un todo homogéneo” (Navarre shall be…).

Marie Catherine Aulnoy (1650-1705). Aristócrata y escritora francesa

“Como los pueblos de Vizcaya y de Navarra se defendieron de la irrupción de los bárbaros, por la altura y aspereza de sus montañas, se tienen todos ellos por caballeros hasta los aguadores. Los niños recogidos (en los hospicios) son nobles y gozan del título de hidalgos y de todos los privilegios propios de la nobleza”. Como recoge Jose Mari Esparza en Vascosnavarros, “se sorprende de la personalidad de las mujeres vascas y repara en cómo los niños toman el apellido de su madre cuando este es más ilustre que el del padre”.

Eleanor Elsner. Escritora inglesa

“Las cuatro provincias vascas son Vizcaya, Guipúzcoa (haciendo frontera con el golfo de Gascuña) y Álava y Navarra en el interior. Esas provincias han sido prácticamente independientes, unidas y administradas por sus propias leyes. Hasta la primera guerra carlista en 1836 (sic) fueron tratadas como un pueblo extranjero en España” (Vascosnavarros).

Mark Kurlansky (1948). Periodista y escritor norteamericano

“Como periodista estaba interesado en los vascos porque eran la única noticia, los únicos españoles que se oponían a las claras a Franco. No hay palabra que defina peor a los vascos que el término separatistas, que ellos rehúsan utilizar. Si están en una isla, es una isla desde donde se tienden incesantemente puentes hacia el continente. Teniendo en cuenta lo reducido de su población, han hecho aportaciones notables a la historia mundial” (La Historia vasca del mundo).

Roberto Arlt (1900-1942). Escritor y periodista argentino

“Soberbiamente hermosos, [los vascos] son posiblemente los más recios ejemplares de hombres que embellecen la carcomida Europa. Habitar un tiempo entre esta gente de la montaña es darse un baño de vida honesta, higienizarse el alma de toda la basura que amontonó en el continente ese torvo trapero que se denomina civilización” (Aguafuertes vascas).

Kurt Tucholsky (1890-1935). Escritor alemán

“La diferencia [de los vascos] con los franceses del interior del país es descomunal. Hay pocos terratenientes en esta comarca y los campesinos son libres. La hidalguía prusiana es como la vasca: ambos grupos se aferran a los viejos derechos familiares de compromiso, renunciando los herederos perjudicados. Y, en ambos grupos, no hay ni un solo caso en el que los hermanos más jóvenes se disputen el patrimonio paternal por medio de un proceso que pudieran ganar indefectiblemente” (Un libro pirenaico).

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