¿Hasta cuando? - 'A un latido de distancia' | Adelaida Artigado |

¿Hasta cuándo?

Aquel día Mariela se arregló para recibir a su marido. Acostó a los niños, se pintó los ojos y los labios, y le esperó. El marido llegó a casa más bebido que de costumbre. Cuando la vio, le dio una tremenda paliza, la insultaba llamándola “puta”. A la vez que la golpeaba, le preguntaba con quién se veía mientras él estaba ausente. A Mariela de nada le sirvió jurarle y perjurarle que ella se había arreglado para él, para que la encontrará bella cuando volviera a casa. Esa sería su primera paliza, después vendrían muchas más.

Su marido era alcohólico, fracasado y cobarde. Si se arreglaba, le gritaba “puta”; si no lo hacía le llamaba “guarra”.

-Si me denuncias, te mato; si me dejas, también –la amenazaba constantemente.

Un día, Mariela, cansada de vivir sin vida, decidió ser ella la que le ofreciera de beber. Acostó a sus hijos, esperó a que llegará y le sirvió vino hasta que cayó, tan dormido, como borracho. Mariela lo apuñaló hasta matarlo. Después, llamó a la policía.

Tenía la esperanza de que tanto el juez como el fiscal la entenderían. ¿Quién puede vivir humillada, apaleada, y con un miedo insuperable a morir un día a manos de su marido si lo denunciaba o abandonaba?

-Una mente sensata y justa debe llegar a entender- pensaba Mariela.

Y no, no la entendieron. Pasó años en la prisión hasta que se le comunico la sentencia: 22 años y un día fue la condena impuesta, por asesinato con premeditación y alevosía. El hecho de sentirse distanciada de sus hijos supuso para Mariela la locura. La demencia le invitó a salir de prisión y le ofreció la entrada en otra cárcel llamada psiquiátrico.