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¿Por qué esta reedición? | Prólogo de Miguel Castells al libro 'El proceso de Euskadi en Burgos'

Los abogados vascos Miguel Castells y Paco Letamendia 'Ortzi' publicaron 'El proceso de Euskadi en Burgos', bajo seudónimo -por las evidentes consecuencias penales que podrían sufrir-, al finalizar el Proceso de Burgos. Ahora, haciendo justicia e intentando acercarnos a un jucio sumarísimo que lo cambió todo en el país, lo reeditamos firmado por ambos, con notas y con un prólogo de Miguel Castells. Os ofrecemos un extracto del mismo en las siguientes líneas.

¿Por qué esta reedición del libro que Ruedo Ibérico editó desde París a mediados de 1971?

Por dos motivos. Primero porque, con el paso del tiempo, la multiplicidad y diversidad de las versiones dificultan conocer lo que fue el llamado Proceso de Burgos. De las versiones, muchas mienten: unas por lo que callan, otras porque contradicen directamente la verdad y otras porque en parte callan y en parte contradicen hasta burdamente la verdad.

Pero ¿dónde está la verdad? El uso de la razón y la experiencia nos enseñan que una cosa es la verdad política y otra la verdad histórica. Y lo mismo cabe decir de la verdad judicial o de la verdad periodística o de la verdad televisiva, por no seguir hablando de otras verdades, todas ellas cosa distinta de la verdad histórica. Pero es que, además, la verdad histórica adolece de relatividad. La lectura de los textos de historia pone de manifiesto la diversidad de versiones sobre un mismo hecho según sea el historiador que escribe la historia.

Es fácil de admitir que esa pluralidad de verdades ayuda a entender la diferencia entre versiones y que, a modo de verdad poética, pudiera llevar a la conclusión: “nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con el que se mira” (Campoamor dixit). Pero no, la verdad, como expresión de la realidad de algo, sí que existe y no podemos renunciar a buscarla.

Como aportación para dicha búsqueda, esta reedición pretende poner al alcance del lector actual un trozo de la realidad tal como salió, se vio y se escribió en el mismo momento de suceder. Y ello mediante fuentes de conocimiento temporáneas al hecho, a saber:

  1. El testimonio de las declaraciones y actuaciones de los 16 presos políticos, acusados en el Consejo de Guerra. Su testimonio nos dice, entre otros datos, lo que entonces pensaban y su experiencia personal sobre lo que pasaba.
  2. Lo publicado en los diversos medios de comunicación del momento, clandestinos unos y legales otros, ubicados en el Estado español y en otros Estados del extranjero. Estos medios facilitan los datos que permiten valorar la relevancia de la movilización popular, que se desarrolló paralelamente al Consejo de Guerra, y cuyas repercusiones permiten considerar al pueblo vasco, con la solidaridad de otros pueblos, parte prota- gonista esencial en el Proceso de Burgos.
  3. Y el conocimiento de las leyes, reglas y normas procesales, que en sí mismas eran criminales, y que regulaban aquellos Consejos de Guerra y en ellos se aplicaban.

También queda manifiesto en este libro lo que en aquel momento y ocasión pensábamos quienes lo escribimos. A este respecto nos permitimos advertir que, en el texto, por ejemplo, utilizamos algunos términos con los que hoy no nos expresamos. En la reedición no los hemos corregido. Queremos que el relato salga tal cual salió entonces. Únicamente la editorial ha modificado espacios y efectuado capitulaciones y titulaciones sin otra trascendencia que la puramente visual y de mejor manejo para el lector.

Y el otro motivo de la reedición es el reconocimiento y desagravio a Ruedo Ibérico. Reconocimiento a su meritoria labor en la edición de literatura antifranquista durante la dictadura del general Franco. Y desagravio recordando la queja que me transmitieron del director José Martínez, porque otros escritores «pirateaban» el contenido de este libro y de otro de la editorial, también sobre consejos de guerra, aprovechando la clandestinidad del libro, la represión en España y el anonimato de los autores.

¿Por qué este prólogo?

Fundamentalmente para contar lo que no podíamos contar cuando publicamos el libro. Si no queríamos que la represión nos sacase de la circulación, teníamos que mantener la autoría del libro en el anonimato. Y evitar también represalias contra otros abogados y otras personas. Así, por ejemplo, no dijimos:

1. Que el prólogo del libro reproduce folios, arrancados en su día del sumarísimo militar en el que fueron fusilados los seis concejales del Ayuntamiento de Busturia en el año 1937 tras la ocupación del pueblo por el ejército franquista. Aquellos folios del sumarísimo nos los facilitó Elisa Calzada, hija de Doroteo, fusilado en el sumarísimo del 37, y hermana de mi amigo Julen, que hasta algo antes de la celebración del juicio fue mi cliente natural (luego explicaré el cambio de defendido). No sé cómo la madre de Elisa o las familias de los asesinados o la resistencia vasca se hicieron con este material. Por razones de seguridad, en el prólogo del libro modificamos nombres, fechas y otros datos de identificación.

2. Que no solo para acusados, sino también para abogados era claro que el juicio iba a ser un juicio de ruptura. Estaba en la naturaleza de las cosas. Venía ocurriendo desde hacía más de un año en los consejos de guerra contra ETA. Solo que este presentaba características y acumulaba errores del régimen que ofrecían a los presos políticos acusados oportunidades relevantes, que desde bastante antes del inicio del Consejo de Guerra decidieron aprovechar.

Para los acusados su actuación personal en el Consejo de Guerra y el Consejo de Guerra en su totalidad habrían de ser medios útiles para apoyar la lucha popular por la libertad del pueblo vasco y los fines de la organización en la que la mayoría militaba. Y a dicho objetivo supeditaban sus personas, libertad y vida.

Y desde la perspectiva de los abogados, que veníamos haciéndonos cargo de anteriores consejos de guerra, cuando nos dieron traslado del expediente (Sumarísimo, por supuesto militar, 31/69) y lo examinamos, nuestra conclusión fue: esto huele a cadaverina, el régimen va a matar, las togas solo van a servir para dar apariencia de legalidad y garantía a los asesinatos, solo el pueblo puede salvarles.

3. Que en el Proceso de Burgos la línea de defensa se decidió por los propios presos políticos acusados. Los abogados aceptamos previamente que el juicio sería de ruptura y que, sin perjuicio de nuestra posibilidad de asesorar dentro de la línea de ruptura, el poder de decisión estaría, en todo caso y momento, en los propios acusados. Los abogados respetaríamos su decisión y tras el acto formal de ruptura a realizar por los acusados cesaríamos nuestra actividad de abogados defensores.

4. Que desde bastante antes de la celebración del Consejo de Guerra estaba ya decidido: la utilización de un tiempo de la misma para que los presos políticos pudieran difundir las razones y motivos de su actividad y cuál era su pensamiento político; y luego romper el juicio. La concreción detallada del cómo y el cuándo de la ruptura quedó pendiente de decidir en función y a resultas del desarrollo de los acontecimientos dentro y fuera de la sala del juicio.

El libro y sus circunstancias

La parte del libro que estudia las leyes y normas aplicadas en los Consejos de Guerra la tenía escrita años antes del Proceso de Burgos. En la revista Cuadernos para el Diálogo había publicado un resumen muy autocensurado. También tenía escrito, desde antes de este Consejo de Guerra, el análisis de las características de los procesos que se venían celebrando contra los presos políticos vascos. Utilizaba el análisis en charlas.

Otra parte del libro la fuimos preparando mientras se celebraba el Consejo de Guerra. Cito, por ejemplo, la recogida de publicaciones –legales unas y clandestinas otras–.

Tras el juicio, Paco y yo nos inventamos no sé qué disculpa creíble para no asistir a las chuletadas que, a falta de los políticos presos, nos dan a sus abogados. Paco y yo nos encerramos, con el material, en la casa de Busturia que fue de mis abuelos. Y, en menos de tres meses, Ruedo Ibérico tuvo el texto del libro completo. 

Los pases de frontera, con el texto del libro –corpus delictii–, para entregarlo en mano en París, y días más tarde con las galeradas impresas en Ruedo Ibérico de vuelta hacia nosotros; luego, ya corregidas, los viajes de las galeradas otra vez a la capital francesa; las entrevistas presenciales, es decir, directas y personales, con José Martínez; y la utilización de la poste restante –apartado postal– en Iparralde, etc., todo ello con las precauciones y riesgos de la clandestinidad, tendría que relatarlo Cristina Azpilikueta que fue la autora responsable de esta parte del delito.

Tras el envío a París destruimos, por fuego, todo el material que pudiera servir de prueba de cargo contra nosotros. Todo menos el contrato de derechos de autor con la editorial, que quedó enterrado en el jardín de Busturia en un bote de pimientos –o algo así–, que acabábamos de consumir, debidamente enfundado en bolsa de plástico engrasada. Cuando, al cabo de los años, putrefacto ya supongo el cuerpo del general Franco, fuimos a rescatar el documento nos encontramos con que se había ensanchado sobre el terreno del ocultamiento un caminito interno del jardín de mis abuelos. Y tuvimos que practicar una complicada prospección bajo el hormigón del camino hasta localizarlo.

Miguel Castells, extracto del prólogo de la nueva edición del libro El proceso de Euskadi en Burgos.

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