La montaña mágica
A la tuberculosis, antes del descubrimiento de la vacuna, se la llamó la peste blanca. Si hay una novela que sea un emblema de la enfermedad es la obra maestra de Thomas Mann, que sitúa en un balneario a su protagonista Hans Castorp, en el habitual tratamiento de cura climática que se utilizó hasta mediados del siglo pasado. La sensación de un presente dilatado en el tiempo y de situarte fuera del mundo en esas circunstancias adquiere en la obra un carácter trascendente.
Más que los sucesos, los pequeños conflictos generados por la convivencia, el goteo constante de fallecimientos, etc., el interés de la novela reside en la perfecta reproducción de la vida interior, afectiva e intelectual, de la amplia galería de personajes que despliega Mann ante los ojos del lector, todos ellos perfectamente individualizados e interesantes por sí mismos.
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